ASTRAL DOORS "Evil Is Forever"
(Locomotive Music)
Pocas han sido las bandas internacionales de Heavy que en estos últimos años han llamado mi atención, pero sin duda Astral Doors sería una de ellas. Hace ya dos años que este sensacional combo sueco lanzaba al mercado su disco debut "Of The Son And The Father". Y con este segundo trabajo, continúan desarrollando su particular visión del Metal, basada en los grandes titanes del género, como Rainbow, Black Sabbath, o el propio Dio en solitario. Y es que el parecido vocal entre el cantante del grupo, Patrik Johansson y el pequeño elfo es sencillamente asombroso. Johansson posee un enorme vozarrón equiparable al del pequeñito RJD, al de un cabreadísimo Fernando Fernán Gómez, o incluso al del poco reivindicado Tony Martin. El resto de la banda la conforman el teclista Jocke Roberg, los guitarristas Joachim Nordlund y Martin Haglund, el bajista Mika Itäranta y el batería Johan Lindstedt. "Evil Is Forever" se abre con la poderosa "Bride Of Christ", un potentísimo arranque que da paso a "Time To Rock", la cual recuerda horrores al "We Rock" de Dio. Una bella y tierna melodía de órgano Hammond da pie al impresionante corte que da título al trabajo, de aires muy Sabbath (época "Headless Cross") y gran estribillo. "Lionheart" se encarga de continuar la línea ascendente del disco, con cierto parecido a los Queensrÿche de Operation/Empire al principio de la canción. Casi sin darnos cuenta llega otro pelotazo como es "Praise The Bones", con un rollo a lo Dio (otra veeeez) del "Rainbow In The Dark". "Pull The Break" muestra el lado más veloz y directo del grupo, mientras que "Fear In Their Eyes" vuelve a introducirnos en las densas atmósferas Sabbath, por obra y gracia de otro duro y espeso riff. "Stalingrad" comienza con una intro acústica, para ir transformándose gradualmente en un corte bastante cañero, de influencias arabescas. La hardrockera "From The Cradle To The Grave" enlaza con la buenísima "The Flame", mientras que la extensa "Path To Delirium" se encarga de dar carpetazo al álbum. Esta última canción incluye una curiosa narración (otra vez los Queensrÿche del Operation salen a relucir…), efectos sonoros por doquier (sirenas, truenos, chillidos, etc.), e incluso coros operísticos (a lo "Diary Of A Madman" del loco Ozzy), que hacen de ella una pequeña joya musical. Como digo, un disco (y una banda) destinado a convertirse en uno de tus favoritos si aún veneras tus viejos vinilos de "The Last In Line", "Heaven&Hell" o "Rising". Sin temor a equivocarme podría decir que junto al de Judas Priest, este será el disco de Heavy de este 2005. Y si no, al tiempo.

Rafa Carrillo
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